lunes, 18 de febrero de 2013

Madaba

Hoy toca contaros la excursión que hicimos a Madaba hace ya unos meses.
Tuvimos unos días de vacaciones por la fiesta del cordero (Eid) y, como acabábamos de llegar a Jordania, nos quisimos quedar por estas tierras y descubrir alguna zona cercana. Le tocó a Madaba.
Os cuento algo para orientaros. Es una ciudad pequeña al oeste de Ammán, a menos de una hora en coche, bastante cerca. Es famosa por dos cosas principalmente: por ser la capital del mosaico en esta región pues tiene una escuela a la que van a parar los mosaicos que necesitan ser restaurados y por la cantidad de mosaicos bizantinos encontrados en muchos de los suelos de las casas e iglesias de la ciudad. El más destacado es el antiguo mapa de Palestina en la iglesia griega ortodoxa de San Jorge.

Mapa de Palestina
Pintura en la misma iglesia



Mosaico de San Jorge en la iglesia
La verdad es que si has visto mosaicos en otros países este decepciona un poco pues no está muy bien conservado y hay que echar mucha imaginación, pero es muy interesante leer, en el museo adyacente, la información sobre su historia y uso y situarse en esas épocas.
Particularmente me gustaron mucho más los mosaicos de la Iglesia de los Mártires. Aunque apenas se ven los dibujos, son impresionantes, es como ver una alfombra cubierta de historias mitológicas.
Parte del mosaico-alfombra




















 
Como Madaba no daba para mucho más, al día siguiente decidimos hacer otra excursión a las ruinas Um Er Rasas. Um Er Rasas está declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO y con razón. Fue un asentamiento militar usado en sus diferentes épocas por los nabateos, romanos y bizantinos para controlar a los enemigos y a las tribus beduinas y terminó por convertirse en una ciudad.


 




Una de las cosas más impresionantes fue ver esta torre de unos 6 metros de altura. Dicen que son las únicas que quedan en donde los estilitas practicaban su aislamiento. Aquí es donde aprendí que estos monjes ascetas de Oriente Medio se pasaban su vida solos en lo alto de una torre para orar durante horas, días o años. No hay escaleras. Ahora lo habitan palomas y gorriones.

A la vuelta a Madaba pasamos por una pastelería en donde el maestro pastelero estaba terminando de cocinar uno de sus dulces y...sí, caímos, probamos todos allí mismo, ¿para qué esperar?. ¡Pero qué ricos! ¡Esa noche no pude dormir bien del azúcar que tenía en mi cuerpo!


Pasamos un buen fin de semana, lleno de historia, arte, dulces y...¡AMIGOS!

El vigilante de la torre
El espía del palacio